miércoles, 23 de diciembre de 2015

DETENGA SUS PENSAMIENTOS TRES O CUATRO VECES POR DÍA

DETENGA SUS PENSAMIENTOS TRES O CUATRO VECES POR DÍA
  
P. Pienso que mi actitud para el trabajo necesita una completa revisión.

El sistema es sólo de importancia para un "yo": los otros no quieren aprender o cambiar.

¿Hay algún modo en el que yo pueda ser ayudado a querer trabajar?

R. ¿Pero quién hará esto si un solo "yo'' está interesado y los otros no?

Usted habla como si usted fuera algo diferente de estos "yoes".

Un "yo" puede decidir, pero llegará otro y no sabrá nada de eso.

Esta es la situación y usted deberá hacer lo más que pueda.

Nadie puede ayudarle a querer trabajar, USTED MISMO DEBE QUERER, pero si no hace lo que puede, perderá y trabajará cada vez menos.

Si trata de recordarse o detener sus pensamientos tres o cuatro veces por día, esto le dará muy pronto energía, sólo que deberá ser regular.

¿Cómo podemos aumentar nuestro poder para trabajar? Sólo trabajando, no hay otro modo.

Si aprende a efectuar pequeños esfuerzos, tendrá resultados pequeños y si efectúa esfuerzos mayores, obtendrá resultados mayores.

Ouspensky



martes, 20 de octubre de 2015

TENGO QUE VIVIR LA INSUFICIENCIA

TENGO QUE VIVIR LA INSUFICIENCIA
Por: jeanne de salzmann

Para tener un contacto con los centros superiores, hay que aumentar la intensidad de las vibraciones de los centros inferiores.

La vibración se intensifica en la visión y en el sufrimiento de lo que falta.
                                     
Aparece un sufrimiento, un sufrimiento consciente.

«Si», pensamos, «yo sé. Mi pensamiento y mi cuerpo deben estar juntos...», pero, qué es lo que esto quiere decir?

¿Acaso siento bien, acaso tengo una sensación de la energía que está en mi mente, que está en mi cuerpo, que está en mi sentimiento?

¿Puedo ver su movimiento?

¿Comprendemos el cambio que necesita hacerse en los centros?

Las energías no pueden quedarse aisladas: o están tomadas o actúan.

Si no estoy relacionado con una energía de un nivel superior, sólo puedo estar tomado.

La energía necesita estar en contacto con una energía más alta que, por su calidad, libera la atención de la acción de otras energías.

Pero el vínculo es difícil de establecer, porque todas mis acciones me atan.

Hay un sentimiento que no ha aparecido en mí.

Necesito una relación consciente que me libere de estar tomado a diestra y siniestra, y necesito un sentimiento sin el cual la relación no dura.

Para esto debo quedarme delante, tengo que vivir la insuficiencia.

Sobre todo, necesito ver que en ese esfuerzo de relación la intensidad nunca es la misma en la cabeza y en el cuerpo.

Por eso, la relación nunca es real.

A todo lo largo de nuestro trabajo, encontramos en nosotros una resistencia.

Tocamos a cada instante la negación de eso que viene a afirmarse, a veces hasta con violencia.

Pero sin esa negación no tendríamos la posibilidad de evolucionar.

Nuestra energía no sería transformada.

Cuando, por ejemplo, una energía es liberada por una sensación más profunda, un rechazo, una duda, un temor, una emoción aparece.

La sensación que iba a expandirse se hace más viviente, deja pasar la energía a los centros emocionales e intelectuales, que vibran entonces de una manera brutal.

Sin haber sido transformada, la energía se proyecta bajo la forma de movimientos exteriores, palabras o acciones que nos debilitan.

Pero, si en el momento en que aparece la fuerza contraria, la negación, veo de qué está ella compuesta, puedo mantenerme entre los dos umbrales y, con un esfuerzo especial, llegar a separar los elementos que parasitan esa emoción negativa.

Así, tal vez, si mi esfuerzo es sincero y si es suficiente, se puede establecer un contacto con un centro emocional de otro tipo.

Para ello, debo estar presente en el momento de fricción y vivirlo sin tomar partido para que se produzcan energías finas.

Al tratar de dejar que esa energía circule libremente en mí, me anime, es decir, sea mi amo, llego a conocer los límites dentro de los cuales esto me es posible.

Siento algunos lugares, siempre los mismos, que son nudos de contracción donde persiste una actitud de mi ego que tengo una gran dificultad en deshacer.

Es una mueca de mi cara, una rigidez de mi nuca, un movimiento de satisfacción conmigo mismo al levantar mi cabeza, o un dejarse ir sin aceptación.

Necesito conocer esos puntos donde se esconde mi rechazo, donde mi ego se protege a sí mismo y no es tocado.

Sufro de mi falta de relación, de mi incapacidad.

Estoy cerrado, el paso no está libre.

Hay que sufrirlo, es decir, quedarse delante, aceptando que hay una fricción.

La fuerza positiva aparece, pero la fuerza negativa está allí, el conflicto entre el si y el no.

Veo la pasividad y necesito conocer mi caída, verme abdicar de mi deseo de ser, para ir hacia el sueño.

Pero necesito conocerlo, luchando para observar los cambios constantes en mí mismo, más que tratar prevalecer sobre ellos.

Al quedarme delante, una energía voluntaria, consciente de una calidad más alta, se desarrolla.

La sensación y el pensar se intensifican por la demanda constante de una sensación consciente, por la fuerza activa de la atención que mantiene la relación entre estos dos centros.

Un nuevo sentimiento aparece, cuando las condiciones del sufrimiento están allí y son aceptadas, hasta deseadas.

Acepto mi impotencia y sufro.

Al quedarme delante de mi insuficiencia, la energía se intensifica y se vuelve una fuerza activa que entonces somete la fuerza pasiva a la obediencia.

jeanne de salzmann




lunes, 19 de octubre de 2015

UNA MIRADA DE LO ALTO

UNA MIRADA DE LO ALTO
Por: Jeanne de salzmann

Una actitud de vigilancia, de cuestionamiento, nos lleva en la dirección de una vida más objetiva.

Es difícil aceptar la idea de tener una vida objetiva y, al mismo tiempo, una vida personal; es decir, ser subjetivo, dejarse ir hacia su vida personal.

Es todavía incluso más difícil aceptar que, en algún sentido, sea con ella que debemos pagar.

Por supuesto, soy forzosamente personal, subjetivo, con mi cuerpo, con lo que me gusta o no me gusta, con mis emociones personales.

Mi vida subjetiva estará siempre allí.

Pero debo conocerla, debo experimentarla.

Mi vida subjetiva es lo que soy; soy yo.

Al mismo tiempo, hay algo en mí que me permite ser objetivo frente a ella.

Si quiero abrirme a otra influencia, mi vida subjetiva debe ser puesta en su sitio, dándole justo lo que es objetivamente necesario.

No puedo tener una fuerza nueva sobre toda mi debilidad.

Jamás podré llegar a la tranquilidad sin sacrificar mi agitación y mis tensiones.

No puedo conocer una atención libre sin sacrificar lo que la esclaviza.

Debo pagar por todo.

Por un estado nuevo, debo sacrificarlo todo.

Uno nunca puede recibir más de aquello a lo que renuncia.

Lo que se recibe es proporcional a lo que se sacrifica.

Para una vida más objetiva, es necesario un pensamiento objetivo, esto es, una mirada de Lo Alto, una mirada libre, aquella que ve.

Sin esa mirada puesta sobre mí, y que me ve, mi vida es una vida de ciego, que va donde el impulso la Ileva sin saber bien cómo ni por qué.

Sin esa mirada puesta sobre mí, no puedo saber que existo.

Tengo el poder de elevarme por encima de mí mismo y verme libremente..., ser visto.

Tengo el poder de que mi pensamiento no esté esclavizado.

Para ello, es necesario que él se desprenda de todas las asociaciones que lo retienen cautivo, pasivo.

Es preciso que corte los hilos que lo atan a todas esas imagenes, a todas esas formas; es necesario que se libere de la atracción constante de la emoción.

Es preciso que sienta el poder que tiene de resistir a esa atracción, de verla mientras se eleva progresivamente sobre ella.

En ese movimiento, él se vuelve activo.

Se activa purificándose, y así adquiere una meta, una meta única: pensar «Yo», comprobar «quién soy», entrar en ese misterio.

Esa mirada me sitúa y a la vez me libera.
Y en mis mejores momentos de recogimiento, accedo a un estado donde me es dado conocer, sentir el beneficio de esa mirada que desciende sobre mí, que me abarca.

Me siento bajo su irradiación.

Siempre, el primer paso es el reconocimiento de lo que falta; siento       
la necesidad de un pensamiento activo.

La necesidad de un pensamiento libre vuelto hacia mí, para tomar realmente conciencia de mi existencia.

Esta es mi lucha: una lucha contra la pasividad de mi pensamiento, una lucha para salir de la ilusión del «yo».

Sin esta lucha nada más consciente podrá nacer.

Sin este esfuerzo, mi pensamiento volverá a caer en un sueño poblado de saber impreciso, de movimientos de todo tipo, de palabras, de imagenes, de sueños: el pensamiento de un hombre sin inteligencia.

Es terrible darse cuenta de golpe de que uno ha vivido sin un pensamiento propio, independiente, sin nada que vea lo que es real.

O sea, sin relación con el mundo más alto.

Comprendo que es en mi esencia que reencuentro al que ve.

Ese pensar libre e imparcial, que ve y que conoce, pertenece a lo que Gurdjieff llamaba «el Individuo».

La naturaleza nos ha dado el sentimiento y la sensación.

Pero el pensar está formado por la conciencia voluntaria.

Es la sede de la voluntad.

Mediante la separación del cuerpo, que el pensar ve como un saco vacio, viene la libertad, el desapego.

Y a través del desapego, uno se reencuentra con la sensación de eternidad.


jeanne de salzmann